miércoles, 21 de noviembre de 2012

Búsqueda (tercera parte)

Bien, aquí estoy, una vez más a la carga con esta historia que tenía un tanto postergada y no es que fuera a próposito, pero en este tiempo después de una larga ausencia de no publicar nada en el blog me fui poniendo al día con  algunas otras cosillas que ustedes me han entregado y a las cuales no quise seguir aplazando. Y como ha pasado un tiempo significativo desde que apareció la segunda parte de "Búsqueda", les dejaré los enlaces al final para que así puedan disfrutar de corrido la historia, ya que la memoria es frágil y puede que quienes la hayan seguido ni siquiera recuerden cómo iba . Esperando que tengan un lindo día y que les guste me despido.



La tibieza de su abrazo me reconfortó a los pocos segundos, me pidió disculpas por cómo había actuado, para mí, nada de aquello tenía importancia. Sentir que por primera vez los sentimientos hacia mí misma se habían extinguido, era lo que importaba; por primera vez supe que era capaz de querer.
        
El cambio entre nosotros se notó de inmediato, en casa ya no existía ese silencio que fue habitual en los días previos; conversábamos de distintos temas, descubrí que me encantaba cuando sonreía; su cara se iluminaba por completo cuando lo hacía. Me gustaba la manera tan gráfica que tenía para contar sus historias. Que distinto era al hombre que creí conocer. Los paseos eran lo mejor, cuando nos alejábamos de casa nuestras almas se unían, él tomaba mi mano y sus palabras me envolvían en sueños. Mi padre estaba contento de que fuéramos amigos.

Nuestro primer beso fue especial, aunque confieso que me fue robado. La tarde comenzaba a caer, y el cielo parecía estar dividido entre el día y la noche; yo lo miraba a los ojos, esos que me hacían soñar; de pronto noté que me miraban de manera distinta, un nuevo brillo afloró en ellos. Me sentí nerviosa, traté de esquivar su mirada, pero me detuvo. Sostuvo mi rostro entre sus manos y me besó sin mediar palabras. La sorpresa de lo ocurrido me dejó sin aliento, no supe que decir; si es que en ocasiones como esas algunas personas acostumbran a hablar.

Los días pasaron y su visita pronto concluiría, acto que me llevó nuevamente a la realidad. ¿Qué haría con todo lo aprendido? En ese instante supe que mi egoísmo nunca me abandonó; que solo fue una especie de sueño, en el que me había sumido por unas semanas, seguía siendo la misma. Solo que ahora tenía otro capricho, no quería separarme de Ángel, quería que siempre estuviera allí conmigo.

Un día antes de nuestro último paseo decidí que debía dejarle ir, era lo mejor para él, yo no sabía querer.

La tristeza que me embargó se hizo evidente desde la mañana. Traté de evadir las preguntas, pensaba en la mejor excusa para no estar junto a Ángel durante el día; pensé que la despedida sería menos dolorosa de esa manera. No lo resistí, yo ese día debía estar junto a él, aunque fuera para decirle adiós para siempre.

Cuando emprendimos la caminata, al lugar que nos albergó por varios días, mis manos no se unieron a las suyas, en mi interior luchaba por mantenerme al margen, solo pensé en mí y en el dolor que me causaría su ausencia; aunque no dejaba de dar vueltas en mi cabeza la absurda idea que era por él, no deseaba que sufriera. Él no merecía estar con una persona como yo.

En un instante, mientras yo permanecía de pie y a una distancia considerable, él me sujetó por la cintura y me susurró Te amo me congelé de inmediato y no supe que decir; su respiración tan cerca de mí; sus brazos, tan fuertes, rodeándome, hicieron que por un momento dudara de mi decisión; pero no, una vez más volví a lo de siempre, y ese frío que en principio sentí de emoción por sus palabras se volvió en uno de indiferencia. ¿Cómo me decía algo así?, si él después de todo se marcharía; me dejaría sumida en la tristeza y en con el recuerdo de lo que fue mi vida, por esos días, junto a él.

Mis manos lo alejaron con violencia. Me miró sorprendido y me preguntó qué sucedía; él no entendía lo que pasaba conmigo. No respondí, a pesar de todo sabía que no era su culpa.



Aquí están los links:

Búsqueda (segunda parte)

 

4 comentarios:

  1. Hola Jennieh, no te conocía, ni tampoco tú Blog, he llegado a él a través del de Raquel Campos, te envío un saludo y también te sigo. Espero que la visita sea reciproca y me visites y me sigas también.
    Te dejo mi llave para llegar a La Guarida del Libro.

    http://librosqueyaheleido.blogspot.com.es/

    Un saludo enooorme.

    ResponderEliminar
  2. Laidy Turquesa:

    Es un gusto conocerte, y ya voy a visitar tu Guarida.

    Besos

    ResponderEliminar
  3. Que bonito amor se ha despertado en ellos, pero a veces el miedo se abre paso y es lo que creo le pasa a ella. Siente tanto dolor por su pronta marcha que no entiende las palabras que le ha dicho.
    Me ha gustado mucho el capítulo, escribes muy bien Jennieh!!!
    Espero el siguiente muy pronto!!
    Un besazo enorme!!!
    PD: Me alegra que Lady haya llegado a tu rincón!

    ResponderEliminar
  4. A veces es mejor no haber tenido nunca el placer de poseer un tesoro, porque si lo hemos tenido y lo perdemos, el dolor es infinitamente mayor. Que alguien se marche luego de haber compartido tanto es como si le restara importancia a lo que alberga el corazón del que se queda.
    Muy lindo, amiga.
    Besitos!
    Jazmín.

    ResponderEliminar