“¿Habéis
oído cantar un pájaro en la noche?
Suele ocurrir que un rayo de luna, un
rayo levemente dorado, derramándose, derramándose por entre el misterio del
follaje, alcanza la rama donde se acurruca el avecita dormida, y la despierta.
No es el alba, como imagina el ave. Pero… ella canta.
Luego, si el avecilla es lo que se
llama un equilibrado y fuerte pajarito, descubre su engaño, hunde otra vez el
pico en la tibieza de las plumas y se vuelve a dormir.
No obstante, avecitas hay, inquietas y
frágiles, para quienes el rayo de luna tiene un poder de sortilegio. Y tras de
cantar, saltan aturdidas y vuelan… Solo que, como no es el día el que llegó, se
pierden pronto en la oscuridad, o se ahogan en un lago iluminado por el pálido
rayo de oro, o se rompen el pecho contra las espinas del mismo rosal florido
que, horas después, pudo escucharles sus mejores trinos y encender sus más
delirantes alegrías.
¿Cuál es el rayo venenoso que despierta
algunas almas en la noche, les roba el amanecer y las ahoga en una existencia
de tinieblas?”
Un inicio de lo más poético es el que
da Eduardo Barrios (1884-1963) a esta novela breve. No sé si a ustedes les pasó
que al leer: el corazón se les detuvo y una extraña sensación recorrió cada
fibra de su ser; lo que acabo de detallar fue exactamente lo que sucedió
conmigo y es extraño porque soy bastante negada para este tipo de sensaciones,
sentimientos, reacciones o, como quiera que se llamen.
Hace un tiempo que venía escuchando
opiniones sobre El niño que enloqueció de amor. Confieso que leí bastante
tiempo atrás el libro, cuando era de lectura obligada en el colegio y, la mente,
por lo menos la mía, no estaba preparada para apreciar las letras como lo hace
hoy.
Aunque fue publicada en marzo de 1915, esta
novela no se deja envolver por el paso del tiempo (lo que no puedo decir de la
versión que poseo; que está en roneo y atacada por generaciones pasadas). Del
título y comienzo que nos regala el autor se puede desprender una parte de su
belleza; así que confiando en que será una sorpresa o, un grato recuerdo, les
recomiendo esta lectura; que, en lo personal, aportó con ambas.
Hola Jenny, no lo conocía pero me ha parecido unas letras muy bellas!!!
ResponderEliminarBesos!